El pitido sordo de los oídos bajaba de intensidad lentamente dejando paso a una suave cacofonía de voces ininteligibles a su alrededor. Un dolor punzante que se había alojado tras la cabeza, en la nuca, a la altura de la mandíbula, se comenzaba a hacer patente y conforme el maremágnum de voces ganaba claridad, el dolor también crecía en intensidad pasando a ser una contusión de gran tamaño que al parecer le llegaba hasta los omoplatos.
Intento abrir los ojos pero al momento en que los parpados se entreabrieron lo más mínimo, una cascada de luz los atravesó incidiendo de lleno en las dilatadas pupilas, forzando a cerrarlos de nuevo. Las voces ya eran más comprensibles, había un mar de gemidos y quejidos sordos, salpicados de toses enfermas, que ocultaban a dos o quizás más personas que mantenían una conversación a un volumen discreto.
-Por este no podemos hacer nada, ¿Doctor Delorfin?
-No Capitán Fryar, sea el que sea el mal que acaece nuestra tierra, no distingue ricos de pobres, u honrados de corruptos… -suspiró- señorita Arnesen, que lo lleven a la jaula.
En un nuevo intento, abrió los ojos, esta vez lentamente, y con cuidado, para ver que estaba en un camastro cubierto por completo por una sábana. Con un esfuerzo mayor al que había hecho en su vida se incorporó apartando la tela del rostro y llevándose la mano a la nuca por el dolor. Cuando consiguió enfocar de nuevo la vista pudo contemplar que se hallaba en una especie sala rodeado de heridos, enfermos, y puede que cadáveres, los cuales estaban en lo que parecía una celda improvisada. En los accesos a la misma había guardias armados. Además de otros dos que llevaban a un hombre en vilo hacia la jaula acompañando a una joven. En ese momento el soldado que acompañaba al doctor habló de nuevo.
-Doctor… creo que tenemos a otro superviviente –tras esto le dio dos palmaditas en la espalda y se dirigió hacia la puerta- Yo he de irme… tengo mucho trabajo que hacer.
El médico asintió al soldado y mientras el segundo se dirigía hacia la puerta, él se dirige hacia ti con una expresión de tranquilidad teñida por cierto aire de sorpresa.
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